Multitareas

Nuestro mundo hiperactivo y apremiante admira a las personas que realizan muchas actividades al mismo tiempo.


 
Pero los investigadores afirman que concentrarse en una sola cosa a la vez es más productivo, y mejor para nuestra salud y seguridad.

Me había regalado la tarde para ir al Museo Real de Ontario (Canadá) con mi mujer, Mehnaz, y nuestras dos pequeñas hijas. Fue un paseo típico: Natasha, de tres años, observó asombrada los huesos de los dinosaurios, se probó un vestido de princesa y correteó por la cueva de los murciélagos. Aryana, la bebé, se pasó la mayor parte del tiempo durmiendo en su cochecito.

Hacía un frío terrible y empezaba a nevar cuando corrimos al coche para volver a casa. Apenas arrancamos, Mehnaz y yo nos perdimos haciendo listas mentales de tareas pendientes: ¿Qué vamos a preparar para la cena? ¿Necesitamos pañales o leche? ¿Cuál es la ruta más rápida para llegar a casa? ¿Cuándo iba a responder esas llamadas telefónicas y a escribir los artículos que había pospuesto y que tenía que entregar urgentemente?

Condujimos en medio de una fuerte nevada y un tráfico intenso, y nos detuvimos un par de veces en el camino. No fue hasta que estuvimos dentro de casa y empezamos a desvestir a las niñas cuando mi mujer se dio cuenta de que habíamos olvidado abrochar el cinturón de seguridad de la silla de bebé de la pequeña.

Por suerte, no pasó nada malo ese día, y ahora revisamos tres o cuatro veces los cinturones de las niñas cada vez que subimos al coche. Sin embargo, fue una severa llamada de atención respecto a los errores potencialmente peligrosos que podemos cometer en cualquier momento cuando hacemos que nuestro cerebro se ocupe de varias cosas al mismo tiempo.

¿Quién no ha tenido uno de esos días en que encuentra su teléfono móvil en el cajón de los cubiertos, el azucarero en la nevera y las llaves ... perdidas Dios sabe dónde? Lo más probable es que eso pase porque se está distraído realizando dos o más tareas a la vez. Y por mucho que la sociedad venere a las personas capaces de hacer varias cosas al mismo tiempo - como la supermadre que puede atender una llamada telefónica mientras prepara la cena, dobla la ropa recién lavada y ayuda a los niños con sus deberes-, la realidad biológica es que en los momentos más importantes (en el trabajo, al conducir el coche o cuando interactuamos con la familia) no podemos ocuparnos de varias tareas a la vez, por más que lo queramos o lo intentemos.

El término "multitareas" surgió en el campo de la informática, y se refiere a la situación en que la unidad de procesamiento central cambia constantemente entre dos o más programas. Aunque durante siglos se ha discutido y estudiado la capacidad humana para realizar varias tareas a la vez, aún estamos lejos de llegar a una conclusión definitiva respecto a si podemos hacer eso o no y con qué eficacia.

Veamos una situación muy común en el trabajo: escribir un mensaje electrónico a un colega mientras hablamos por teléfono con otro. Al hablar, se interrumpen momentáneamente las habilidades necesarias para escribir (ortografía, gramática, mover los dedos por el teclado), y cuando nos concentramos en el ordenador, perdemos el hilo de la conversación (lo que suele hacer que el colega al teléfono pregunte: "¿Sigues ahí?"). Así que, en realidad, no hacemos esas cosas simultáneamente.

"Creemos estar realizando dos tareas a la vez, pero lo cierto es que hacemos una y luego la otra", dice Pierre Jolicoeur, investigador canadiense especializado en ciencia cognitiva experimental en la Universidad de Montreal, quien estudia la manera en que el cerebro se ocupa de varias tareas a la vez. "Cambio de tarea" podría ser una descripción más precisa de lo que hacemos, y aunque el cambio tal vez ocurra en fracciones de segundo, tiene un coste: la cantidad de tiempo que perdemos con cada cambio.

Es perfectamente posible. desde luego, realizar con éxito dos o más tareas al mismo tiempo. Cualquiera puede hablar por teléfono mientras se sirve una taza de café. pero si también intenta vigilar a los niños y prepararles el desayuno, en su cerebro se forma un cuello de botella de información en espera de ser procesada, y probablemente termine por meter el azucarero en la nevera y quemar las tostadas.

"A medida que intentamos hacer cada vez más cosas y cada vez en menos tiempo, con frecuencia sucede qué cometemos errores sin dar nos cuenta. Mis colegas y yo llamamos a esto ganar velocidad pero perder precisión", señala Jolicoeur.

Renunciar a la precisión para ganar velocidad puede tener consecuencias desastrosas. Pensemos en la conducción de un coche, tarea que nos exige procesar muchas señales visuales y auditivas complejas para transitar con seguridad: hay que cuidar la velocidad, escudriñar el camino para identificar peligros potenciales, mirar los espejos retrovisor y laterales, y procesar toda esa información mientras mantenemos el coche centrado en el carril. A esto hay que añadir otra carga de trabajo mental si hablamos por el móvil o con nuestros acompañantes, comemos o bebemos algo sin derramar nada, observamos el GPS y escuchamos la radio.

Procesar toda esa información extra puede resultar arriesgado e incluso mortal. En la lista de los candidatos a lo que llamaré el Premio al Conductor Peligrosamente Distraído del Año yo incluiría sin duda a una mujer que fue acusa:da de poner en peligro la vida de su bebé después de que la vieron dándole el pecho y hablando por el móvil mientras conducía. Otra mujer no vio la luz roja de un semáforo porque se estaba pintando las uñas, y arrolló y mató a un motociclista.

Si bien son menos inmediatos que los de un accidente de tráfico, los efectos de realizar varias tareas a la vez pueden ser igual de dañinos para la salud a la larga. Sobrecargar el cerebro nos estresa, y en ningún lugar es más evidente que en el trabajo, donde se espera que hagamos muchas cosas al mismo tiempo. Mientras trabajamos, por ejemplo, en un informe importante, también debemos contestar llamadas telefónicas, revisar mensajes electrónicos y hablar con los colegas o visitantes que entran de repente en nuestra oficina. Un estudio de empleados de Microsoft mostró que, tras cada interrupción, necesitaban 15 minutos de media para volver a concentrarse en tareas difíciles, como escribir programas de cómputo. Un estudio de la Universidad de Londres reveló que las distracciones por revisar mensajes electrónicos y contestar llamadas telefónicas al mismo tiempo se tradujeron en una reducción temporal de 10 puntos en el cociente de inteligencia.

El hábito "multítareas" también puede afectar nuestras relaciones personales, desde las más recientes (¿cuántas veces has olvidado de inmediato el nombre de una persona a la que te acaban de presentar porque pusiste más atención a lo que decía o a su ropa?) hasta las más preciadas. A todos nos ha ocurrido que algún ser querido, mientras nos revela sus sentimientos más profundos, de pronto nos dice: "¿Oye, me estás escuchando?" En conclusión, la clave es reconocer nuestras limitaciones como seres humanos. No hay razón alguna que nos impida doblar las toallas mientras charlamos por teléfono con un amigo pero, ¿realmente queremos arriesgarnos a conducir el coche sin que los niños tengan abrochados los cinturones de seguridad?
Al menos yo, no quiero hacerlo.


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