Gente Tóxica: 10. El Neurótico


-Si no les gusta como soy, cambien ustedes.

1. Personalidades neuróticas

La pequeña Mary se hallaba en la playa con su madre con quien mantuvo el siguiente diálogo:
—Mami, ¿puedo jugar en la arena?
—No, mi vida; no quiero que te ensucies el vestido
—¿Puedo andar cerca de la orilla?
—No. Te mojarías y podrías pescar un resfriado
— ¿Puedo jugar con los otros niños?
—No. Te perderías entre la gente
—Mami, cómprame un helado
—No. Te hace daño a la garganta
La pequeña Mary se echó entonces a llorar. Y la madre, volviéndose hacia una señora que se encontraba al lado, dijo: “¡Por todos los santos! ¿Ha visto usted qué niña tan neurótica?”

El término neurosis fue utilizado por primera vez por un médico escocés en el año 1777 para describir una serie de enfermedades emocionales. Con el tiempo es Freud quien establece y desarrolla el cuadro de la neurosis en una forma científica y sistemática, mostrando que este tipo de conductas tienen una etiología psíquica y no biológica, como se pensaba en aquellos tiempos.

Veamos ahora algunas de estas alteraciones psicológicas, no sólo para ayudar a quien las padecen sino también para levantar una barrera delante de ellas y no permitir que nos terminen enfermando y destruyendo.
Los neuróticos manifiestan:

• Necesidad de ser amados y aceptados: el neurótico, esté donde esté, llamará constantemente la atención. Ésto lo llevará a querer ocupar lugares de liderazgo, desde donde pueda ser el centro de las miradas ajenas, a la vez que buscará a un grupo de personas determinadas que lo  reconozcan como líder o mentor. En la búsqueda frenética de satisfacer su necesidad de amor podrá tomar dos caminos: dirá abiertamente que fue rechazado y que necesita que lo ayuden, que lo amen, que le den aliento, que lo llamen ó expresará lo maravillosa que fueron su niñez, su infancia y sus padres exhibiendo una vida “falsamente perfecta.”

• Necesidad de reconocimiento: este tipo de personas buscará agradar a todos cuantos se le acerquen. Su actitud paternalista hacia los demás se debe a que, de alguna manera, espera que actúen del mismo modo con él. Este “estar en todas” es el resultado de la búsqueda de reconocimiento para su persona.

• Necesidad de poder y liderazgo: ésta lo llevará a ponerse metas irreales que jamás podrá cumplir. Recurrirá para conseguirlas a la comparación con aquellos que “tienen éxito”, con el fin de ser como ellos. Los sentimientos de desvalorización que posee, el diario conflicto consigo mismo y la profunda soledad interior son tapados con la búsqueda de status.

• Necesidad de independencia: el neurótico es autosuficiente y, por lo tanto, es difícil que escuche el consejo de alguien, ya que no desea admitir que necesita a otro que puede saber más que él.

• Necesidad de perfección: los neuróticos buscan la perfección en todo lo que realizan y cuando no lo logran son presas de sus propias angustias y tensiones. Su intenso temor frente a las críticas y al error los llevan a pensar que, de no hacer sus tareas en forma casi perfecta, serán el hazmerreír de quienes los rodean y además serán abandonados por ellos.

En resumen, la persona neurótica es:
• Perfeccionista
• Conflictiva
• Agresiva
• Culpógena
• Inhibida
• Inteligente
• Extremista
• Egoísta
• Infantil
• Pero, por sobre todas las cosas, el neurótico es un excelente jugador.

El egoísmo, la envidia, el chisme, la competencia, el deseo de ser admirado, etc., son mecanismos que utiliza para tapar su profunda inferioridad. En el neurótico no hubo ni hay un desarrollo de personalidad, por lo tanto un sinónimo de neurosis es la inmadurez, inmadurez que se traslada a todas las áreas de la vida.

“Ser original, muy bien; pretender serlo, muy mal.” A. Chauvllliers

La raíz de la neurosis se encuentra en la infancia del sujeto,en experiencias que no han sido resueltas y que lo llevan a desarrollar una serie de conflictos que marcarán una forma de actuar, de sentir y de ser. La angustia en estas personas es mayor a la angustia normal de cualquier otro sujeto. Su excesiva preocupación, ansiedad e inseguridad lo conducen a una sensación de angustia constante y exagerada, angustia que aparece en todos los órdenes de su vida. La persona neurótica no sólo vive angustiada por lo que dice y hace, sino también por lo que no dice y por lo que no hace.

La incertidumbre que lo acompaña suele generarle una serie de síntomas físicos (tales como ahogos, mareos, transpiración, temblores, palpitaciones, dolor de pecho, etc.) que rompe con los parámetros normales de toda angustia. Sabemos que la angustia es parte constitutiva del ser humano: todos nos angustiamos y hasta es bueno que sea así, ya que otra realidad implicaría un signo de enfermedad mental (como el psicópata, que jamás siente angustia, no importa lo que haya hecho o dicho). Sin embargo el neurótico se va al otro extremo: vive angustiado, y frente al temor a sufrir el
rechazo, vivirá jugando y cumpliendo roles que lo asfixiarán dentro de su propia enfermedad. Sólo si somos capaces de distinguir su accionar podremos ser libres de ellos y de sus artimañas.

2. Al don, al don, al don pirulero, cada cual atiende su juego

Durante el día, sin darnos cuenta, muchos de nosotros accionamos diferentes manejos que hemos aprendido en nuestras casas y otros que hemos inventado y tienen
nuestro nombre. Todos accionamos en diferentes momentos de nuestras vidas, distintos juegos neuróticos que varían de acuerdo al grado de neurosis que tengamos. Tú, ¿eres neurótico?

“Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonando, se muestra superior a él.” Francis Bacon, barón de Verulam

Muchas parejas viven jugando juegos muy particulares durante años sin estar dispuestas a cambiar la estructura de juego y de “vida” que vienen llevando a cabo. Cuanto más rígidos sean los participantes, menos querrán abandonar estas conductas; la rigidez de los participantes será la que nos dirá si su juego es exitoso o no. Así es como la neurosis termina siendo un pasatiempo ejercido por veteranos que supieron encontrarle algún provecho. Analicemos las características y los rasgos de estos juegos que son:
• Un poco inocentes
• Rígidos
• Repetitivos: siempre proporcionan los mismos resultados
• Irresistibles al cambio
¿Quién no ha escuchado alguna vez de boca de un conocido o un amigo palabras de este tipo frente a una posible separación?: “Si me dejas, me mato”, “Si no me das lo que te pido me voy.”, “Si me abandonas, te mato a ti y después me mato yo, “Tú me tienes que dar lo que quiero.”

O tal vez padeciste una neurosis mientras vivías con tus padres y los mensajes repetitivos que recibías eran: “Yo dirijo tu vida”, “¿A dónde vas?”, “¡Cuéntame qué hiciste!”, “Dame todos los detalles, ¿a qué hora llegaste?”, “¿A qué hora te fuiste?”, “¿Por qué tardaste tanto?” En todos estos casos, el objetivo no era cuidar al otro, sino hacerse del dominio y el control. La persona que ejecuta este juego neurótico tiene no sólo la llave de la casa sino también de la vida del otro.

El neurótico invade, controla, aglutina, asfixia y se pegotea permanentemente al otro. El mensaje es: “Sin mí no vivís.” “Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otros sin su consentimiento.” Abraham Lincoln”Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a
ustedes.” Lucas 6:31

Quizá no te tocó vivenciar ninguno de los dos juegos anteriores, pero sí escuchaste o experimentaste en algún momento este tipo de reclamo: “Yo quiero que me des… (aparece el reclamo) y cuando la demanda fue satisfecha, la respuesta fue: “Sí, lo hiciste, pero no de manera espontánea, lo hiciste porque yo te lo pedí.” Es como cuando las mujeres se quejan de que sus maridos no les regalan flores, y traducen y entienden la ausencia de ellas como un olvido o como falta de amor y de consideración.

Llega un día en que la mujer quiere recibir esas flores sí o sí y entonces le transmite a su pareja el reclamo. El “malvado” cónyuge acusa recibo de la queja, la toma y al otro día, cuando vuelve del trabajo, compra las flores reclamadas, pensando que eso calmará el enojo de su mujer; sin embargo, al recibirlas, si ella es neurótica ella dirá cosas como:
• Igual, tardaste mucho
• Si yo no te lo hubiera dicho, nunca me las hubieras
regalado
• Ahora no vale, no es sincero
• No son espontáneas estas flores

Neurosis al fin, pero ¡alerta!, los hombres tenemos otras neurosis. Cuando obtenemos lo que tanto deseamos y anhelamos ya no lo queremos más, porque sentimos que ahora, el tenerlo, no nos soluciona nada. La neurosis nos lleva a vivir en una continua insatisfacción. Lo quiero pero no lo quiero: hoy quiero comer carne, pero mañana, si tengo carne para comer, la neurosis me hará decir que la carne tiene demasiado ácido úrico y que no es buena, entonces, el otro que está al lado nuestro y que no entiende qué es lo que estás reclamando, dirá: “¿Qué te pasa? Hasta ayer reclamabas que nunca comías carne y hoy quieres pescado”. Y sí, ¡así es la conducta obsesiva de un neurótico!

Otro de los juegos que hacemos a menudo los neuróticos es poner a un tercero en medio del conflicto: “Habla tú por mí, porque a mí me lastimaron”, lo cual implica triangular con el otro, hacer que el otro asuma nuestra defensa para que nosotros podamos esconder la cabeza bajo tierra y no tomemos el control que requiere la situación.

También este tipo de juegos y declaraciones son comunes: “Tú tienes la culpa de todo”, “Mi marido no me hace feliz”, “Mi mujer no me sirve, no me reconoce”, “Mis hijos están en contra de todo lo que yo digo, “Yo estoy bien así, que cambien ellos”. De este modo, los otros serán quienes siempre tienen la culpa de todo lo que les pasa. El neurótico tratará de convencer a los demás de que él no tiene la culpa de ser como es y de lo que pasa, por eso pedirá a los otros que lo acepten tal cual es, y si no es así, que cambien ellos.

“El mundo me hizo mal”, “Yo quiero cambiar pero los otros no me dejan” son frases típicas de quienes juegan a ser las permanentes víctimas; otras declaraciones que solemos escuchar de estas personas son: “Yo no tengo dinero, tú sí, entonces tú tienes que ayudarme, es tu función”. Y en vez de ser ellos mismos los generadores de soluciones de sus propios problemas, esperan que sean los demás quienes resuelvan sus conflictos.

Los neuróticos son personas que hoy están bien, y mañana están mal, que cambian de humor permanentemente, de manera tal que cuando tú te contagies de su mal humor, ellos se pondrán bien, estarán mejor y serán capaces de preguntarte: “¿Por qué tienes esa cara?, ¿qué te pasa?” Otra forma de juego neurótico es el que juegan aquellos que todo el tiempo están peleando pero permanecen siempre juntos; son capaces de decirse las cosas más inverosímiles sin separarse. ¡Y que nadie se atreva hablar mal del otro, excepto ellos!

Ahora bien, en estos casos, ¿cómo evitar que te vuelvan loco contándote todo lo que le hizo el uno al otro?¡Son los eternos buscadores de ayuda, que lloran y lloran pero no hacen nada! Se quejan, se lamentan, pero dejan todo igual. La realidad es que no quieren perder el beneficio de la queja y de la enfermedad. Cuando algo no nos da resultado, claramente tratamos de cambiarlo, pero mientras nos de el rédito que estamos esperando, vamos a seguir jugando el mismo juego una y otra vez.

La persona neurótica vivirá esperando escuchar lo que quiere escuchar, de lo contrario dirá: “Tú eres malo, tú no me quieres”. De una forma u otra los neuróticos darán vuelta toda la información y la adaptarán a lo que ellos piensan, vivirán discutiendo pero nunca harán nada para salir de ese círculo de “beneficios” que les proporcionan la queja y frustración.

Todas estas actitudes y juegos neuróticos nos llevan a formularnos algunas preguntas: ¿qué es lo que hace que un individuo quiera ser el primero? ¿por qué algunos usan sus roles o sus cargos o sus galones (apellidos, años de antigüedad, dinero, etc.) para anhelar ejercer el poder y el control sobre los otros? Sea cual fuere el juego, en todos y cada uno de ellos está escondida la necesidad de dominio y de poder sobre las circunstancias.

Muchos sujetos que no han podido realizar sus ideales vocacionales o afectivos, tratan por todos los medios de recapturar el sentimiento de potencia, de dominio perdido y de control a través de sus conductas neuróticas. El sentimiento de inferioridad es una de las causas centrales en la búsqueda del poder; y no hay nada más humillante (psicológicamente hablando) que el sentimiento de impotencia, porque afirma que el “yo” no es lo que debería ser; así, el querer “ser el número uno” o “estar por arriba de” es un pobre mecanismo con el cual se intenta tapar una profunda sensación de inferioridad. De ahí que no exista el llamado “complejo de superioridad” ya que representaría una débil compensación por la inferioridad sentida.

Bien dijo F. Perls:
• El loco dice: “Yo soy Benjamín Franklin”
• El neurótico dice: “Me gustaría ser como Benjamín
Franklin”
• El normal dice: “Yo soy yo, y tú eres tú”
“Para el normal: 2+2=4
Para el loco: 2+2=10
Para el neurótico: 2+2=4 ¡pero que bronca que me da!”

Por todo esto, si pasas muchas horas de tu vida con gente así, ponle límites. No hagas lo que les corresponda hacer a ellos. Estos sujetos deben aprender a ser responsables de sus propios actos. La persona neurótica necesitará crecer en cada área de su vida, y para ello requiere pautas que delimiten su accionar y reglas que lo ayuden a descubrir y a entender que ella tiene la capacidad dentro de sí mismo para dirigir y controlar su propia vida.

3. Y el que no, una prenda tendrá: ¡falso!

No vivas dentro del juego de nadie, vive en medio de tu vida y según los límites que tú mismos diseñes. Sé sabio, rompe con juegos y con conductas que sólo te mantienen atado y dependiente del otro. Aplica sabiduría, cambia lo que te lastima. La neurosis nos encierra y nos obliga a jugar el juego de los otros, pero si tú tienes en claro que posees capacidad y habilidad para dejar de jugar, los beneficios y los objetivos que alcances serán mucho mayores.

Anímate una vez más a vivir sin máscaras, no te engañes más, puedes afrontar todo lo que te propongas y aún más, ¡revertirlo! Habrá un momento
en el que ya ningún juego te traerá satisfacción y si no renuevas los desafíos, ¡otros van a dirigir tu vida!

Cada “no puedo” que digas será un límite mental que tú mismo te estarás poniendo para no tomar todo lo mejor que está delante tuyo. Detrás de cada límite hay una bendición y cada vez que decimos “no puedo” la estamos perdiendo. No esperes pasivamente. La gente de iniciativa crea su futuro antes que llegue. El libro de Eclesiastés dice: Todo tiene su momento
oportuno para lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para morir: “Conoce al enemigo, conócete a ti mismo y en cien batallas no correrás el menor peligro.” Chang Yu.

• (Acerca de las actividades productivas)… un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar; un tiempo para matar, y un tiempo para sanar; un tiempo para destruir, y un tiempo para construir
• (Acerca de las emociones)… un tiempo para llorar y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto
• (Acerca de las relaciones)… un tiempo para esparcir piedras y un tiempo para recogerlas; un tiempo para abrazarse, y un tiempo para despedirse
• (Acerca de las posesiones) … un tiempo para intentar, y un tiempo para desistir; un tiempo para guardar, y un tiempo para desechar
• (Acerca de la vida espiritual)… un tiempo para rasgar y un tiempo para coser; un tiempo para callar, y un tiempo para hablar a Dios; un tiempo para amar y un tiempo para odiar lo malo; un tiempo para la guerra, y un tiempo para la paz. “

Hay un tiempo para jugar y un tiempo para vivir. Hoy es tiempo de vivir sueños grandes y anhelar sueños aún más grandes. Motívate y prepárate para el cambio. Las neurosis de los otros no cambian, pero la tuya sí y está en tus manos.

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