"SÉ COMO EL ÁRBOL DE SÁNDALO, QUE PERFUMA HASTA EL HACHA QUE LO HIERE."
Cuantas veces hemos sido heridos, lastimados, por distintas formas y personas, pero Dios en su grande misericordia siempre nos muestra salida a nuestros sufrimientos y desilusiones, confortando con su palabra nuestras frustraciones.
"Más sé tú como el sándalo y perfuma hasta el hacha que te hiere."
Existe un árbol que es prototipo del cristiano. Se llama Sándalo. Es original de la India y otras partes del Asia, aunque se planta en otros lugares del mundo, es especial en América.
Las biblia nos habla de este árbol en el libro de [1 de Reyes 10:12].
"Y de la madera de sándalo hizo balaustres para la casa de Jehová y para las casas reales, arpas también y salterios para los cantores; nunca vino semejante madera de sándalo, y ni se ha visto hasta hoy."
De este árbol podemos extraer una gran enseñanza para la vida del creyente cristiano. El Rey Salomón escogió su madera para decorar el templo que le construyó a Jehová y fue en su madera que se elaboraron parte de los instrumentos musicales y sagrados del templo.
[2 de Crónicas 9:10-11].
Así como Salomón escogió la madera de este árbol para la construcción del templo, también el cristiano fue seleccionado por Jesucristo quien es Rey de Reyes y Señor de Señores, quien nos separa de las tinieblas a su luz admirable, para santificarnos por medio de su sangre y para que seamos instrumentos sagrados destinados para su alabanza y su adoración y para que nuestros cuerpos sean habitación del Espíritu Santo.
El sándalo tiene características que nos hablan y nos enseñan a ser mejores creyentes. Este árbol crece a gran altura y de él se extrae la madera más fina y perfumada del mundo.
A este árbol se le atribuyen propiedades curativas y es considerado Patrimonio Nacional de la India.
Durante la noche es fácil detectar en donde hay sembradíos de este árbol, por el gran olor a perfume que expide. Todo lo que está a su alrededor se contagia del olor a sándalo y hasta las bestias más salvajes y las serpientes son atraídas e inoptizadas por su agradable perfume.
Dios espera de nosotros sus servidores, que seamos como el sándalo. Que seamos perfume de olor grato y fragante no solo ante la nariz de nuestro Creador, sino también de todos los que nos observan. Que en medio de las tinieblas de este mundo nuestra fragancia a Gloria de Dios, perfume la vida de los que se pierden.
Hay un gran misterio que se esconde en este árbol. Escondidas entre sus ramas viven serpientes venenosas tremendamente atraídas por su poderoso perfume. Ellas no pueden salir de este, porque el perfume es tal, que son hipnotizadas.
Lo extraordinario de ésto es que las serpientes venenosas las que habitan en él, no dañan la pureza y el perfume de la madera del sándalo ni se contamina, ni se afecta en lo absoluto.
Así como el hombre redimido viene a ser como un árbol de sándalo, que aunque por su naturaleza pecaminosa en un tiempo anidaba en su corazón todos los tipos de serpientes tales como: la ira, la codicia, la envidia. Todas estas estaban colgadas del árbol de su vida, luego de recibir a Jesucristo como su único Señor y Salvador, su perfume sigue siendo puro y no se deja contaminar por el odio ni el rencor.
Cuando el árbol de sándalo es cortado, aún hasta el hacha que lo agrede queda perfumada con su aroma, al igual que Cristo cuando fue herido de muerte por la lanza que traspasó su costado, que no albergo rencor por sus verdugos, más bien le pidió al Padre que los perdonará y él también los perdonó, perfumando para siempre sus vidas y la de la humanidad pecadora.
En un corazón donde antes habitaba el pecado, ahora habita el perdón y así, en nuestras vidas debe de haber sucedido una transformación. En un corazón transformado, ya la codicia pierde el veneno, el rencor pierde su veneno, y estos sentimientos que antes eran destructivos y dañinos, Jesucristo los procesa y los convierte en un aceite que expide un olor grato a la nariz de los demás.
Del árbol de sándalo al igual que de Jesucristo, aprendamos que aunque recibamos de otros las más profundas heridas, no debemos ser semejantes ni guardar rencor en nuestras almas, más bien, debemos perfumar el hacha con la que recibimos las heridas, a través del perdón y la misericordia.
Recordemos que somos el templo de Dios viviente y que fuimos creados para ser instrumento de alabanza y adoración para nuestro Señor y que debemos presentarnos delante de él como un sacrificio vivo por su misericordia.
[ Romanos 12:1].
Jesucristo fue, es y será siempre en nosotros el más puro ejemplo de amor, perdón y misericordia. Él quiere que aprendamos a amarnos los unos a los otros sin fingimiento, que aborrezcamos lo malo y hagamos el bien.
Seamos como la madera del sándalo que luego que es utilizada en la edificación de una casa, resiste todos los tipos de vientos, tempestades, y mareas. Siempre será un material firme y su perfume dura siempre y aunque se seca, nunca se agrieta, ni su aceite se agota.
Edifiquémos a Cristo en el corazón de los perdidos.
Dios te de fuerzas y te ayude a perfumar todo lo que te rodea.
"Se como el árbol de sándalo, que perfuma hasta el hacha que lo hiere."
Dios quiera que esta enseñanza nos penetre hasta el fondo de nuestras almas.
"La Paz de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros."
Amén.
Con amor perenne.
Hna. Mony Rocha Corrales
http://reflexiones-monyrocha.blogspot.mx/
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