Aprender a soltar



Todas las partes del cuerpo humano son importantes. Por desgracia, hay personas que nacen y viven sin uno de sus órganos, y otras que, por diversas situaciones, pierden alguno, por ejemplo, uno o ambos pechos, debido al cáncer de mama. 

Solo quien lo ha vivido podrá decirnos lo que se experimenta en esos casos. Se conjuntan varias emociones: dolor, enojo, tristeza, miedo... Se pierde el deseo en todas sus expresiones. Sin embargo, no así la esperanza y la fuerza del espíritu. Si la mujer en cuestión está casada, imaginen que también desaparece el deseo sexual, pues asusta que la pareja pueda verla desnuda. Que vea un cuerpo mutilado, y no dudo que habrá hombres a quienes esto les asusta tanto, que prefieren irse. 

Pero hay otros, que aman a la pareja, y lo que más les asusta es ver que esa mujer, de la cual siguen enamorados, ha mutilado su deseo de vivir. Insisto, no logro imaginar lo que es perder una parte del cuerpo, pero sí sé lo que se siente perder el deseo de vivir y también sé que se puede recuperar. Confío ciegamente en el trabajo que logran hacer los buenos psicólogos, que acompañan a la mujer u hombre, quienes cruzan por este difícil trance. 
 
Personas, parejas, lugares, amigos, familiares, son algunas de las cosas que más trabajo nos cuesta soltar. Pero, ¿por qué? Después de todo nacimos perdiendo al dejar el confort y la calidez del vientre materno, y tenemos que enfrentarnos a las adversidades del hambre, clima y enfermedades. 

Crecemos y perdemos el pecho de nuestra madre; el ser bebés para ser niños, los dientes de leche, la niñez, la adolescencia, y entre más crecemos, la salud, el cabello, movilidad, agilidad y, al ¿ nal, la vida. Entre esas pérdidas, están los amigos, lugares, maestros, compañeros de escuela, trabajos, novias o novios. ES INEVITABLE. Al dejar de ser bebés, ganamos agilidad y destreza cognitiva; al dejar la niñez, ganamos fuerza y capacidad reproductiva; al abandonar la adolescencia, compensamos con madurez; al perder la juventud, cosechamos sabiduría. El saber que todo es transitorio y NADA ES PERMANENTE, no es para deprimirnos, es para SABER DISFRUTAR Y AGRADECER por lo que vivimos y hemos vivido. 

Hay quien sufre porque sabe que, en algún momento, lo que se vive va a terminar y, en lugar de disfrutar, está con angustia. Hay quien se va de viaje y ya está pensando cuán- do regresará. Lo que sucede es que DEJAN DE ESTAR PRESENTES. Yo pregunto: ¿Cuál pérdida? Si eres tus experiencias del pasado, eres la gente que has amado y que se ha ido, eres incluso las personas que te han lastimado, no porque se deba guardar rencor, sino porque te hicieron más fuerte, gracias a esas experiencias eres más sabio y aprendiste a no cometer los mismos errores. Se pierde la presencia física de las personas que estuvieron con nosotros en algún momento, pero no su paso por nuestras vidas; eres tu padre o tu madre porque llevas dentro de ti sus valores, su crianza, su educación, hasta ciertos rasgos de personalidad y hábitos. Y si no tuviste una buena relación con ellos, gracias a esa experiencia eres un ser independiente que ha aprendido a ser fuerte sin necesitar de alguien. 

Eres la pareja que terminó contigo porque sabes lo que es amar y tienes la capacidad para hacerlo nuevamente, porque aprendiste a no permitir ningún tipo de maltrato. ¿No te gusta cómo eres ni es grato tu pasado? Suelta, PORQUE TAMBIÉN ERES PRESENTE Y TU PRESENTE SERÁ TU PASADO DEL MAÑANA. La pérdida se sufre en la medida que se desea lo que ya no se tiene y hay temor a enfrentar lo nuevo o el cambio. Sin embargo, el crecimiento no frena, lo que se debe detener es la angustia de vivir una situación que te hace daño y ya no quieres vivir. Soltar es APRENDER A DECIR “GRACIAS”, Y SEGUIR ADELANTE. 

Si te ha costado trabajo aprender a soltar, comunícate con nosotros, o si tienes algún otro problema emocional, con gusto te atenderemos en el 01 800 911 66 66, opción 3. Nuestros psicólogos especializados te brindarán el apoyo que necesitas. Con información del psicólogo Luis C. García. 


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"Blue Monday" ("Lunes Triste" en castellano) al tercer lunes de enero del año, fecha designada como "el día más deprimente del año" por Cliff Arnal.

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