¿Qué es la Superstición?


La superstición es una forma equivocada de expresar la propia fe, confiando en objetos, palabras, ritos o fuerzas imaginarias.

Por Jorge Luis Zarazúa Campa.



Según el Catecismo de la Iglesia Católica, la superstición es la «desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone». 

El Catecismo de la Iglesia Católica señala que la superstición puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios, como cuando se atribuye una importancia, de algún modo mágica, a ciertas prácticas, que son legítimas o necesarias cuando se hacen adecuadamente.

De manera tal que se cae en la superstición cuando se atribuye la eficacia de ciertas prácticas a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, sin tener en cuenta las disposiciones interiores que exigen, como le ocurrió a los fariseos (cfr. Mt 23, 16-22 y CEC 2111).


Actualmente, ¿cuándo ocurre esto?
 

Esto ocurre, por ejemplo, cuando algunos católicos piensan que hay que bautizar a los niños pequeños para que no se enfermen frecuentemente o para que no lloren tan seguido.O cuando se piensa que rezando determinado número de veces ciertas oraciones, Dios está obligado a concedernos todo lo que le pedimos.
 

Es el caso de las famosas «cadenas», especialmente la de San Judas Tadeo, y la práctica de las novenas mal entendidas, pues «se pretende obligar a Dios mediante ciertas oraciones, repetidas un cierto número de veces (3-7).

Pero sabemos que a Dios nadie le puede obligar a conceder algo. Lo que podemos hacer es pedir con fe y confianza. Si se trata de algo que nos convenga, seguramente Dios lo concederá. De otra manera es inútil intentar obligarlo repitiendo la oración un cierto número de veces y acompañándola con velas y veladoras»(Amatulli Valente, Flaviano, La Iglesia católica y las Sectas. Preguntas y Respuestas, Ediciones Apóstoles de la Palabra, 2004, p. 106).

 Una creencia irracional

En el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua encontramos que la superstición es «una creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón».

Por su parte, el Pequeño Diccionario Larousse 1996 afirma que la superstición es la «tendencia, derivada del temor o de la ignorancia, a atribuir carácter sobrenatural, sagrado u oculto, a determinados acontecimientos».
Es, también, la «creencia en vanos presagios producidos por acontecimientos puramente fortuitos».

Esto es, acontecimientos que ocurren casualmente, sin prevención ni premeditación.

El Gran Diccionario Educativo estudiantil ilustrado, también de Larousse, señala que la superstición es la creencia en lo sobrenatural que no está basada en la razón o en la religión.
 

Es decir, la superstición implica una serie de creencias y prácticas irracionales que derivan de la ignorancia, el miedo a lo desconocido y el desconocimiento apropiado de la religión.
 

No hay que olvidar que detrás de las supersticiones existe la creencia en fuerzas invisibles y desconocidas sobre las que sería posible influir a través de ciertos objetos, palabras o ritos (mentalidad mágica).
 

Por eso no hay que extrañarse de que la magia, la hechicería, la brujería y, en general todo lo oculto o esotérico, entren en el amplio campo de las supersticiones.

Así que los católicos debemos estar prevenidos, para no caer en este tipo de situaciones, que atentan contra el Primer Mandamiento de la Ley de Dios, que nos ordena amar a Dios sobre todas las cosas (Cfr. Mt 22, 37).

Supersticiones más comunes:

Entre los ejemplos de superstición más comunes se incluye la creencia de que la mala suerte caerá sobre aquel que se cruce con un gato negro.
 

Otra más dice que aquel que pasa por debajo de una escalera, sufrirá una desgracia.Otra más es el uso de amuletos de la buena suerte, como herraduras de caballo, patas de conejo, monedas, relicarios e, incluso de medallas religiosas, se guardan o usan para alejar el mal o atraer la buena suerte.

Otra superstición común es la de creer que se atrae la mala suerte cuando se abre una sombrilla (paraguas o quitasol) en la casa, porque puede traer desgracias tanto a la persona que la abre como a la familia que vive en aquella casa.

Se dice también que el número 13 es de mala suerte, por eso, cuando el día 13 del mes cae en martes o en viernes, quien desee evitar un suceso desfavorable, lo mejor es que permanezca en casa.
 

La peor desgracia que le puede suceder a alguien, dicen también algunos supersticiosos, es romper un espejo,
 

¡puesto que le traerá siete años de mala suerte! Y todo esto como consecuencia de romper un simple espejo.

Una superstición muy generalizada es aquella de tocar madera para la buena suerte o alejar alguna posible desgracia. Esta medida se toma cuando se cree que se ha dicho algo que pueda afectar en forma negativa el propio futuro, como «mi carro nunca se ha descompuesto en carretera. ¡Toco madera!», o con otras expresiones parecidas.
 

No falta los que afirman que tirar sal en la casa atraerá mala suerte o salación, como se le conoce comúnmente.
 

Otras personas afirman que no se debe barrer por las noches ni sacar la basura, pues hacerlo implica que «estás barriendo tu suerte».

Otra superstición muy común es la de cruzar los dedos o «hacer changuitos».
Este gesto inició en Inglaterra hacia el siglo XVI. Se supone que este gesto atrae la buena fortuna o la buena suerte.


Se piensa que originalmente era una invocación a Jesucristo.
 

En situaciones de riesgo
 

Las prácticas y las creencias supersticiosas son comunes en situaciones que implican un alto riesgo, azar o incertidumbre, así como en momentos de tensiones o crisis tanto personales como sociales, cuando los acontecimientos parecen escapar al control humano.
 

No hay que extrañarse, pues, si aquellos que tienen ciertas profesiones u oficios con alto riesgo o incertidumbre, son supersticiosos.
Es el caso de los toreros, los deportistas, los corredores de autos, los adictos a los juegos de azar (como la lotería o los naipes), los que hacen apuestas en casinos y las carreras de autos, caballos o galgos, y los que trabajan en el medio del espectáculo.


Aunque no están exentos ni los gobernantes ni los grandes hombres de negocios o de la política ni la gente común, que atraviesa por momentos difíciles en el campo afectivo, económico y laboral.


Es significativo que los que trabajan en la farándula sean los más grandes propagadores de las supersticiones, como puede verse fácilmente en las entrevistas televisivas o radiofónicas que les hacen continuamente o en las revistas dedicadas al mundo del espectáculo.

El problema es que, por el simple hecho de que estos personajes «salen en la tele», amplios sectores de la población les creen con suma facilidad y llegan a copiar sus prácticas supersticiosas, pensando que son correctas. Y como estas personas se presentan como católicos y hablan incluso de la Virgen de Guadalupe, mucha gente adopta más fácilmente sus puntos de vista y sus prácticas supersticiosas.
 

Influencia en nuestras vidas

Las supersticiones tienen gran influencia en la vida de muchas personas. Basta pensar, por ejemplo, en que algunos hoteles omiten el piso número trece. Lo mismo se hace en los aviones, en los que no encontramos la fila trece de los asientos disponibles para pasajeros. Y todo a causa de una superstición.
 

Muchas personas temen salir de sus casas cuando se da la «maléfica» combinación de ser viernes o martes trece.
 

Hasta hay refranes populares que expresan la supuesta influencia negativa que tienen algunos días de la semana:
 

«El martes ni te cases ni te embarques».

Continuando con el tema del matrimonio, hay que recordar aquella creencia irracional que dice que el novio no debe mirar a su futura esposa vistiendo su vestido de novia antes de la boda, puesto que es de «mala suerte».
 

La superstición también influye en la preparación del atuendo nupcial, que tiene que incluir «algo usado, algo nuevo, algo prestado y algo azul» para garantizar la felicidad de la pareja.
 

Es significativo tener en cuenta que muchas parejas jóvenes llegan a divorciarse o a fracasar en su relación matrimonial, a pesar de haber seguido puntualmente las prácticas supersticiosas que les recomendaron sus amistades, los personajes del mundo del espectáculo, algunas revistas, ciertos sitios en internet y diversos programas televisivos.
 

Pero la influencia más dañina de las supersticiones en la existencia de muchas personas es que afecta la calidad de vida, no sólo de los supersticiosos, sino también de sus seres queridos y de quiénes los rodean.

¿Y ésto a qué se debe?

A que las personas supersticiosas gastan grandes cantidades de dinero en consultar videntes y adivinos, a expertos en numerología o cartomancia y en la compra de amuletos y talismanes.
 

Es decir, las supersticiones distraen tiempo y dinero que podrían aprovecharse de una mejor manera.
 

Por si las dudas«No es que yo sea supersticioso, pero dicen que si uno pone una herradura en la puerta, aunque no crea en ello, le da buena suerte».
Esta respuesta, atribuida al genial científico Albert Einstein (1879-1955), ilustra la actitud de muchos seres humanos hacia la superstición:
la mayoría parece no creer en las supersticiones o incluso llegan a negarlas y a decir que son boberías, pero siempre le hacen algunas pequeñas concesiones.
 

Es decir, existe esta tendencia: «Yo no soy supersticioso, pero por si las dudas…».Aceptar la realidad como es
 

Los distintos diccionarios asocian la palabra superstición con estas tres ideas:
una falsa religión o un desconocimiento de ella, la supervivencia de costumbres antiguas y el temor.
 

Así pues, podemos decir que el origen de la superstición es la creencia de que la naturaleza tiene poderes y de que existen ciertas prácticas que permiten defenderse de lo malo, contrarrestar el dolor y las malas vibras y atraer lo que da buena suerte y felicidad.

¿No será que a los seres humanos nos cuesta mucho trabajo aceptar la realidad tal como se nos presenta, por eso es que intentamos encontrar atajos para alcanzar muchas de nuestras metas?

No hay que perder de vista que no sirve recurrir a la magia o a las prácticas supersticiosas para mejorar las cosas.
 

No, la práctica supersticiosa puede agravar los problemas, puesto que implica grandes gastos y nos distrae de las cosas verdaderamente importantes.Además, conviene recordar que la superstición hace que la gente crea en cosas falsas y tenga miedo de lo que no existe en realidad.

Conclusión:

No es bueno ser supersticioso, puesto que la superstición es una forma equivocada de expresar la propia fe, confiando en objetos, palabras, ritos o fuerzas imaginarias.

 Bendiciones!!!


FB: Defensa Catolica

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